
Luly Salón: El sueño objetivo de una emprendedora cubana
Por: Maria del Carmen Ramón
En la calle 3ra, esquina 26, del reparto Miramar, en La Habana, una emprendedora cubana ha ganado renombre en el ámbito del estilismo. Su nombre es Lourdes Cuervo Serra.
En 2010 abrió Luly Salón, y en más de una década la pasión por su trabajo le ha hecho conquistar el más importante de los reconocimientos: una clientela diversa y profundamente identificada no solo con sus destrezas y aciertos como estilista, sino con la diversidad de servicios que ha logrado reunir en un mismo salón. Quien visite a Luly, como popularmente la conocen, puede apostar lo mismo por un corte de pelo, un tratamiento facial, o un arreglo de uñas. Luego de varios meses atípicos por el impacto de la pandemia de la Covid-19 visitamos su peluquería y conversamos con esta reconocida estilista.
¿Qué la animó a emprender un negocio en Cuba centrado en el ámbito de la peluquería?
-La peluquería, y todo lo relativo a la estética femenina, fue para mí un hobby que con el tiempo se volvió un asunto muy serio, parte esencial de mi vida. Aunque mis estudios remiten a otro universo: soy Licenciada en Deporte y Cultura Física, con el tiempo adquirí experiencias y decidí dedicarme de manera seria a este trabajo. El deseo de hacer lo que más me gusta y recibir beneficios por ello me llevaron a abrir oficialmente Luly Salón, en el año 2010.
¿Cómo fue concebido su modelo de negocio y cuánto se ha ido transformando en esta década de funcionamiento?
En un primer momento éramos Lari y yo, en un sitio muy pequeño, ocupándonos de todo. Ambas cubríamos todo el trabajo, nos alternábamos en cada cosa. Logramos un grupo de clientes fijos, fieles a nuestros servicios y a partir de ahí consideré la posibilidad de crecer en espacio e identidad.
La transformación ha sido abismal, sobre todo, en referencia al espacio y los servicios incorporados. Sin embargo, hay esencias que intento mantener intactas. Y lo mejor: todavía cuento con muchísimos clientes de aquella primera época.
Me acompañan en este negocio un grupo de amigos, y tengo la suerte de seguir contando con Lari, una amiga de toda la vida, quien es imprescindible en todo lo que sucede con Luly Salón.
¿Qué servicios ofrece Luly Salón y qué aspectos considera marcan su singularidad dentro del mapa de emprendimientos cubanos?
Ofrecemos toda una gama de servicios relacionados a la estética corporal: cabello, uñas, facial. No sé si sería yo la persona indicada para definir nuestra “singularidad”, pero creo tendría que ver con la seriedad y el rigor que procuramos en cada servicio.
La imagen es un tema que a todos nos interesa, pero no siempre sabemos qué es lo que nos queda bien ¿Qué preguntas de estilismo son las que más le repiten quienes la visitan en Luly Salón?
Por lo general las personas adoptan estilos de cabello y, como decimos, “se casan” con ellos. En la peluquería siempre pretendemos innovar, arriesgarnos, para estar a tono con la moda más vanguardista. Sin embargo, es un hecho que todo el mundo no está dispuesto a correr riesgos, solo una minoría es la que está dispuesta a cambiar el look cada cierto tiempo.
Ahora, sí tenemos clientes –no son pocas– que todo el tiempo nos solicitan recomendaciones, o llegan con una idea y la perfeccionamos, o simplemente ponen su imagen en nuestras manos. El resultado siempre es positivo. Todas terminan satisfechas y eso dice mucho de la confianza que debemos tener en nosotras mismas.
¿Cuáles son los cortes y tipos de decoloración más gustados?
Eso siempre dependerá de la temporada y las tendencias que aparecen y desaparecen constantemente (el in & out, como le llaman).
De pronto es el pelo corto, el garzón, los tonos cobrizos, rubios; y luego, es el pelo largo, laceado, negro. Es impredecible precisamente porque varía demasiado.
¿Qué tipo de clientes frecuenta Luly Salón?
El público que nos visita es muy variado. Va desde lo sui generis hasta lo convencional. Creo que en la peluquería se reúne una muestra de lo que somos actualmente como sociedad: gente muy joven, gente más adulta, gente con mucho swing.
¿Qué pasó con Luly Salón durante la pandemia? ¿Cómo afrontó la Covid-19?
Con la llegada de la pandemia a nuestro país comenzamos a replantearnos el hecho de estar abiertos. En principio, ofrecimos servicios redoblando las medidas higiénicas y sanitarias. Luego, tuvimos que cerrar. Estábamos al corriente de varias experiencias con estos negocios en otros países, y no queríamos correr riesgos. Entonces, me dediqué a pensar en alternativas seguras para atender, de manera específica, a los clientes que lo solicitaran en sus casas. Fue un reto tremendo.
Meses más tarde, cuando se anunció la parcial reapertura de ciertos negocios, regresamos al Salón. Adoptamos un sistema de trabajo acorde a esta circunstancia, que previene y reduce las posibilidades de contagio, y por tanto, mantiene seguros a los clientes y las trabajadoras.
-¿Qué medidas han adoptado para reabrir su negocio y al mismo tiempo cumplir con las recomendaciones del Ministerio de Salud?
– En principio, la decisión de abrir no fue tomada a la ligera. Sentí el deber de garantizar una serie de aspectos que respondieran a la seguridad de todos. En ese sentido, estamos trabajando a mitad de capacidad. Previmos la distancia física entre los puestos de uñas y peluquería. Diseñamos un protocolo sanitario que contempla, como detalles imprescindibles, el uso obligatorio de mascarilla y una forma de higienizar las manos en cada sitio. Además, ofrecemos menos turnos diarios. Hasta el momento todo ha fluido perfectamente, y tanto los clientes como las trabajadoras se encuentran a gusto con la nueva dinámica de la peluquería.
¿Qué planes tienen para 2021?
Siempre hay planes. Muchos. En mi caso responden a las necesidades que cada día me plantea el funcionamiento de la peluquería. Necesidades que van desde el espacio mismo, hasta la manera de llegar a más público y tener un diálogo más visible con la sociedad cubana actual.
En marzo de este año tuvimos una experiencia hermosa. Fuimos invitados al Festival de la Mujer que organiza cada año Cucu Diamantes junto al Proyecto Cultural Galería Taller Gorría, en el barrio de San Isidro, La Habana Vieja. Nuestra acción allí consistió en ofrecer servicios gratuitamente a todo el que lo deseara. Aquello funcionó mejor de lo que esperaba, conectamos con otro tipo de experiencia y concluí que debía suceder más a menudo.
Si como negocio podemos apoyar ciertas causas afines como la liberación femenina, ¿por qué no hacerlo? Y no solo eso; también contribuir a un cambio en la imagen de nuestra sociedad. Mis planes irían por ahí, por el camino de una colaboración más orgánica con lo social y lo cultural.
¿Tiene algún sueño pendiente con Luly Salón?
– De momento no. Considero que tengo, exactamente, lo que me he propuesto con este espacio. No puede hacerme más feliz. Y en particular, prefiero la objetividad a los sueños.