Aunque el creador de contenido no está comprendido en la Ley de Comunicación recientemente aprobada en Cuba, esta figura imprescindible para cualquier estrategia de marketing campea por su respeto desde hace años por las plataformas virtuales y redes sociales de la isla, un escenario en el que han venido subiendo como la espuma, al punto en el que algunos ya hasta califican como influencers.
Bastan algunas estadísticas internacionales para aquilatar el valor de estos creadores: de acuerdo con la consultoría Schlesinger, el 67 por ciento de los profesionales de la comunicación y el marketing trabajan con influencers para promover contenido; según X, cerca del 40 por ciento de sus usuarios afirman haber realizado una compra como resultado directo de la recomendación de un influencer.
En el escenario virtual, los creadores se han colocado en primeros planos, sobre todo aquellos con suficiente versatilidad, poder de convencimiento y carisma como para entretener a sus espectadores por medio de posteos, imágenes, videos, reels o historias, y a su vez generar mensajes que responden a los intereses y retos que sus audiencias plantean a diario.
De ahí que haya surgido un modelo llamado Economía de Creadores, una especie de revolución en el comercio digital que plantea la oportunidad de monetizar sin necesidad de intermediarios. De acuerdo con los expertos, poco más de 2 millones de personas se dedican a este esquema a tiempo completo y hacen de la actualidad la época de ensueño de los creadores de contenido.
No obstante la prominencia que viene alcanzado esta figura, contar con ella en una estrategia de marketing no garantiza el éxito per se. Resulta necesario conocer qué tipo de mensaje es capaz de generar el creador o influencer para valorar hasta qué punto sus propuestas le funcionan a una marca concreta.
Para ello lo primero es entender qué contenidos funcionan mejor para las audiencias y plataformas del emprendimiento, con lo cual se evita el riesgo de escoger una herramienta desacertada o inoportuna. Este requisito primario es común para las marcas y para sus influencers, quienes tienen que ajustarse a las líneas de mensajes que siguen los negocios e insertarse orgánicamente en sus estrategias de creación de contenidos.
La tasa de engagement y el tráfico que genera el influencer son dos de los criterios más importantes que valoran los emprendimientos para seleccionar a uno u otro, a lo que se añade el volumen de personas que esta figura pública sea capaz de enviar a los espacios virtuales de la marca.
No se debe perder de vista, sin embargo, que el compromiso de la audiencia con el creador de contenido que ha decidido seguir constituye un punto a favor de las estrategias de marketing de la empresa, por lo cual es recomendable darle libertad al influencer para que proponga mensajes auténticos, que afiancen su estilo propio a la vez que se compromete con la campaña.
Considerados como una especie de pequeña empresa tecnológica cuyo servicio es reflejar su vida en las redes sociales y crear identificación con el público, los creadores de contenido hoy no son lobos solitarios; detrás de cada uno de ellos hay todo un equipo de realización, producción y edición que los consolida como activos valiosos en el mundo de la comunicación estratégica.