Cuando el 3 de febrero de 2024 Katiuska Govin Zambrana abrió las puertas de la Librería Ireti, estaba saldando conscientemente la deuda de varias generaciones de cubanos con la cultura gestada por y para los afrodescendientes.
“El proyecto surge del desconocimiento que percibí en torno a las escritoras y escritores negros por gran parte de la misma comunidad negra, a excepción de los activistas e intelectuales que estudian del tema”, explica.
De ahí que la doctora devenida emprendedora y promotora cultural decidiera aventurarse en lo que hoy los expertos califican como la única librería afrocentrada de Cuba, un espacio que, en su sede en el municipio Cerro y a través de sus cuentas en redes sociales, permite acceder a más de 500 libros y revistas con textos literarios y poéticos sobre la historia y la cultura afro.
“Ireti significa esperanza en lengua yoruba —revela Govin—. Y la misión de la librería es contribuir al enriquecimiento, promoción y legado de la herencia cultural afrocentrada a través del conocimiento de la literatura. Por tanto, es la esperanza de tener un futuro mejor, creado desde el poder del conocimiento del pasado, ya que el pasado es el base del presente y del futuro imaginado. Un pasado no contado por la herencia del colonialismo, sino un pasado de poder y vindicación contado por las propias personas negras. Si conoces de dónde vienes sabrás a dónde te diriges”.
¿Cómo se las ingenia para adquirir literatura tan específica en medio de un panorama editorial tan deprimido?
“La literatura no se encuentra casi en los espacios, pero tampoco es inexistente —reconoce—. Puedo pasarme un día entero de compras y solo encontrar un ejemplar interesante; en estos momentos mis mayores proveedores son las bibliotecas privadas. La avalancha migratoria y los cambios de espacios son transformaciones que mueven las dinámicas familiares y las personas necesitan dar un nuevo hogar a sus libros”.
¿Cuál calificaría como el mayor impacto de Librería Ireti en la comunidad?
“El conocimiento de su historia, una historia que no logran encontrar aún en sus programas de estudio, medios de difusión o, inclusive, en lugares históricos”.
Si algo le ha abierto muchas puertas a Katiuska Govin es la posibilidad de establecer alianzas con otros emprendimientos y articular redes de apoyo que le han facilitado, desde contar con espacios físicos adecuados para realizar conversatorios, hasta adquirir material de papelería ecológica para su emprendimiento.
“En estos momentos de cambios socioeconómicos y culturales en el país la colaboración entre empresarios es primordial para fortalecerse entre sí y consolidar proyectos de trabajo —advierte—. Es importante que entren en acción las articulaciones, las economías circulares y la economía feminista, por lo mucho que pueden contribuir a la sustentabilidad y sostenibilidad de las empresas”.
La creatividad y la perseverancia le han permitido a Govin sobreponerse a los mil y un escollos que la librería ha encontrado en el camino. Los psicólogos lo llaman resiliencia, pero ella lo describe con la naturalidad de quien ha tenido que reinventarse en el día a día: “Nunca me paro; si no encuentro libros saco material para alguna entrevista y escrito, si no tengo conexión para trabajar en las redes escribo todas las ideas como una lluvia y reorganizo mi día, haciéndolo más productivo”.
¿Cómo imagina a Librería Ireti en unos años?
“Para el futuro inmediato quisiera lograr un mayor alcance en las comunidades, específicamente entre las mujeres, los adultos mayores, las personas con capacidades diferentes. Y a largo plazo me gustaría que el proyecto se consolidara como un espacio de referencia de la literatura afrocentrada en la isla”.