La responsabilidad social va más allá de una obligación, es también un compromiso ético que bien habla de quienes la practican. Si bien en nuestro país tenemos ejemplos palpables de ello, el Proyecto de Desarrollo Local Artecorte es quien hace gala en esta ocasión.
Recién abre al público y a sus estudiantes el Salón-Escuela en la propia sede del espacio, sita en Aguiar No. 10 entre Peña Pobre y Avenida de las Misiones. El Callejón de los Peluqueros de la Habana Vieja se llena esta vez de estilistas dispuestos a hacerlo todo por la comunidad.
A pesar de que los estudiantes de la escuela comunitaria del propio proyecto, disponen de un plan de clases prácticas, la necesidad de que interactúen en la dinámica y ritmo de un salón se sobrepuso; y ésta fue precisamente una de las motivaciones de la apertura del espacio.
Abierto todos los días, en los horarios de 10 de la mañana a 6 de la tarde, el salón está compuesto por un total de siete plazas; encargadas de la peluquería, barbería, manicure, especialistas en extensiones de cabello, pelo rizado e iguales servicios para niños.
Está integrado además por una comunidad de estilistas comprometidos con el trabajo comunitario y la inversión social, así como con la formación de nuevos profesionales de este oficio.
El Proyecto pretende enfocarse en la superación profesional de los integrantes, que incluye, además, de los conocimientos de peluquería y barbería en el orden técnico, otros cursos relacionados con una serie de competencias: cuestiones de marketing y comunicación, economía y contabilidad así como gestión de recursos.
“Hemos dispuestos de un día para la superación de profesores y estilistas que siempre nos han acompañado y que estará enfocada no solo en enseñarles una nueva técnica de color, sino componentes pedagógicos para que luego, ellos puedan enseñar a sus futuros estudiantes”, comenta Adriana Ricardo, líder de Artecorte.
Dicha apertura amplía y diversifica la capacidad formativa del mismo, que intenta funcionar como plataforma de apoyo a otros jóvenes emprendedores para que desarrollen su propia marca. Con ello pretende crear alianzas y compartir los recursos y el prestigio que puede aportar cada cual. En ese sentido lucha también por lograr una educación de pares, la capacitación mutua.
“La verdad, es un reto; que parte de diversas dimensiones económicas, pedagógicas, que tiene mucho de superación y de entrega, pero que funciona muy bien con la cultura del emprendimiento, la responsabilidad social y el trabajo comunitario; podemos devolverle a la vida, lo que nos dio en algún momento”, finalizó.