Es común juzgar a las personas según el contexto en el que han vivido, pero más de una historia real ha manifestado que no siempre nacer en cuna de oro te hace rey, o que por haber nacido pobre lo serás toda la vida. Ese fue el caso de Chris Gardner, la prueba contundente contra la teoría de que todos somos producto de nuestro entorno.
“De acuerdo con esa escuela de pensamiento, yo debí haberme convertido en otro pobre diablo alcohólico que golpea a su esposa y maltrata a su hijos”, publicó una vez Gardner, quien es actualmente dueño de una fortuna que supera los 60 millones de dólares, pero a quien en la década del 80 le tocó vivir en la más extrema pobreza.
Gadner no la pasó fácil en su infancia, no creció con su padre y tuvo que vivir los abusos de su padrastro. Al final logró salirse de su familia y comenzó a trabajar como asistente en la clínica de investigación del Centro Médico de la Universidad de California y el Hospital de veteranos en San Francisco; pero al final no pudo estudiar medicina porque no contaba con el presupuesto para hacerlo.
Entonces, se desempeñó como representante de ventas de CMS, Compañía de Equipos Médicos con un sueldo menor de 30 mil dólares al año, salario que no le permitía mantener a su hijo pequeño, después de que la madre los abandonara por completo.
Chris estaba realmente desesperado ante la falta de dinero para poder darle una vida digna a su hijo. Un día, por casualidad se encontró con un señor que se bajaba de un Ferrari rojo, vestido con un traje impecable y se quedó deslumbrado. No pudo contenerse y le preguntó ¿qué hacía para vivir así?, y este le respondió que se dedicaba al negocio de la bolsa. El señor resultó ser Bob Bridges, quien tiempo después introdujo a Chris en el mundo de las finanzas.
Bridges lo había puesto en contacto con el director de la bolsa de valores Dean Witter Reynolds, y cuando por fin se presentó en la oficina el primer día, se encontró con la sorpresa de que habían despedido una semana antes al director que lo contrató. Sin experiencia, ni licenciatura, ni conexiones, consiguió que le hicieran una entrevista, y pasó un año preparándose para optar por un puesto fijo en la empresa.
Situaciones como esta lo llevaron a pensar que: “Sólo puedes depender de ti mismo, la caballería no va a venir a rescatarte”, frase que se volvió célebre después del éxito de este emprendedor.
Durante su año de preparación vivió experiencias que marcaron su vida para siempre. Junto a su hijo Chris Junior tuvo que dormir en los lugares más inhóspitos: el baño de una estación de trenes, parques, iglesias, o debajo de los escritorios de la oficina después de que todos se hubieran ido a casa.
Pero la tenacidad fue su guía. Se diferenciaba del resto de sus compañeros. Chris Gardner era el primero en llegar a la oficina y el último en dejarla. Realizaba alrededor de 200 llamadas por día para conseguir el mayor número de clientes, y estudiaba de noche para superar a sus adversarios en conocimientos.
Después de cinco años como corredor de bolsa, Chris Gardner fundó su primera empresa de asesoría financiera con un capital de tan solo 10 mil dólares. En su oficina, situada en su propia casa, realizaba tratos desde la mesa del comedor.
La superación de todos estos obstáculos a lo largo de su vida lo han convertido en un ferviente luchador contra el alcoholismo, la violencia doméstica, el abuso a menores y el analfabetismo, así como en un excelente conferencista, capaz de transmitir al público las claves de cómo batir las probabilidades y romper ciclos.
Una vez que Chris Gardner obtuvo suficiente dinero, compró el antiguo Ferrari negro de Michael Jordan para simbolizar su éxito. Ahora, él es el señor de traje que baja de un Ferrari.
La aventura de Gardner, de ser un padre indigente y convertirse en multimillonario se ha retratado en la película estadounidense del 2006, En busca de la felicidad, en la que el actor Will Smith encarna a Chris. El filme, nominado a los premios Oscar, tiene como guion una adaptación del libro de las memorias de Gardner con el mismo título, publicado ese mismo año.
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