Tiene un nombre chic, storytelling, pero es el arte de contar historias de toda la vida: desde los cuentos que la madre se inventa para que el niño duerma, hasta las novelas más memorables que alguna vez hayamos leído. Relatar sucesos que impactan está en el ADN de la civilización.
Bien usado en función del marketing digital, el storytelling logra que las marcas se rodeen de esa aureola que deja a niños y mayores con la boca abierta, apela a las emociones de su público objetivo y crea una experiencia única. Contar una historia que, más que el bolsillo, toque el alma de los posibles clientes viene a ser el propósito del storytelling.
Pero conseguir que la historia conmueva no es cuestión de coser y cantar. Como parte fundamental del branding, el storytelling debe reflejar los valores y la esencia de la marca. La narración tiene que atrapar, pero también ha de ser coherente con el resto de los mensajes del marketing institucional.
Por otra parte, en un contexto completamente saturado de publicidad, el storytelling tiene la misión de destacar por su capacidad para crear un impacto emocional, ya sea a través de la risa, la ternura, la unidad, la inspiración… todo con tal de no dejar al público indiferente.
Para ello, por increíble que parezca, el storytelling no debe ser abiertamente promocional. En el plano de la narración, es recomendable la sutileza: las historias que venden lo hacen, paradójicamente, sin hablar “en strike” de las virtudes de una marca o un producto y, en muchos casos, sin mostrarlo siquiera.
Para ayudar a los emprendedores emergentes a crear paso a paso historias que venden, Negolution se basa en el método diseñado por el gigante del software HubSpot, que ofrece una suite completa de herramientas de marketing, y lo adapta a la realidad cubana, para que cualquier negocio pueda crear su propia estrategia de storytelling.
1. Conocer a la audiencia: ¿Quiénes podrían estar interesados en la historia? ¿Quiénes se beneficiarán y responderán más? Para crear un relato atractivo, hay que comprender al público al que va dirigido. Pudiera parecer obvio, pero en ocasiones los emprendedores se lanzan sin tener nociones elementales de sus “buyer people”.
2. Definir el mensaje clave: Independientemente de la extensión o duración de la historia, siempre debe tener un mensaje principal, y este debe ser “resumible” en una sola frase de entre seis y 10 palabras. En las lides del marketing, menos es más.
3. Decidir qué tipo de historia se va contar: Este punto, de vital importancia en el proceso, va a depender de cuál sea el objetivo principal de la historia: incitar a la acción, contar de qué va el negocio o la marca, ilustrar sus valores, impulsar la comunidad o la colaboración, o sencillamente educar.
4. Incluir una llamada a la acción: Aunque el relato no debe ser abiertamente promocional, sí es necesario que el usuario tenga claro qué debería hacer después de leer o ver la historia: hacer una donación, suscribirse a una newsletter, apuntarse a un curso, comprar un producto.
5. Escoger el formato adecuado: El formato del storytelling dependerá del tipo de historia y los recursos disponibles, de ahí que sea imprescindible encontrar el formato que más se adapte a las exigencias. Pueden ser por escrito, la manera más accesible de comenzar a narrar; mediante la voz, ya sea en presentaciones en directo o a través de podcast; en video, que requiere más tiempo y recursos, pero también es uno de los formatos más eficaces para conectar con la audiencia y generar viralidad; y en espacios virtuales, una opción que permite combinar múltiples recursos, como texto, video, animaciones o elementos interactivos.
6. Poner manos a la obra: Este es el momento clave de escribir, grabar, fotografiar… lanzarse a contar los hechos.
7. Compartir la historia: Como siempre ocurre en marketing de contenidos, armar el cuento es solo la mitad del proceso, ya que para alcanzar al mayor número de personas resulta esencial una buena estrategia de difusión, que estará en función del formato y los canales usados por la marca para contar la historia.