Construir el mundo de los niños, una pieza a la vez

El sueño de toda familia con niños: encontrar un juguete que satisfaga las necesidades lúdicas y cognitivas del pequeño y que, además, no quede desechado en un rincón cuando este vaya creciendo; ese sueño se ha hecho realidad con el set de construcción modular que la compañía danesa The Lego Group ha venido consolidando.

A lo largo de las décadas, esta empresa ha dejado de ser solamente un fabricante de bloques plásticos para convertirse en un referente global en creatividad, aprendizaje y desarrollo cognitivo infantil.

Sus juguetes, pensados para ser ensamblados y desensamblados infinitas veces, han evolucionado con el tiempo y se han acercado de manera significativa a postulados que recuerdan la pedagogía Montessori, aunque sin abrazarla formalmente.

Las similitudes entre los principios actuales de diseño de Lego y los ideales de la doctora María Montessori son imposibles de ignorar. En ambos casos se trata de confiar en el niño como protagonista de su aprendizaje, de brindarle herramientas —y no instrucciones cerradas— para que explore, cree y descubra a su propio ritmo: donde Montessori habla de “material autocorrectivo”, Lego ofrece piezas que solo encajan cuando la lógica espacial del niño lo permite; donde Montessori promueve la libertad dentro de un entorno preparado, Lego construye ese entorno pieza a pieza, desde la base misma.

Una de las propuestas más destacadas de Lego es su línea Duplo, que fue diseñada especialmente para niños de entre 1 y 5 años. Los bloques Duplo son más grandes que los tradicionales, lo que facilita su manipulación por manos pequeñas y, al mismo tiempo, evitan el riesgo de ingestión accidental. Pero la verdadera genialidad de Duplo radica en su compatibilidad con el sistema Lego clásico, porque un niño puede iniciar su experiencia de construcción con Duplo y, al crecer, continuar integrando esos mismos bloques a nuevas construcciones más complejas usando piezas del sistema estándar.

Este enfoque modular y progresivo conecta con una idea clave del método Montessori: el aprendizaje debe ser escalonado y significativo, apoyado por materiales que estimulen tanto la motricidad como la lógica y la creatividad. En este sentido, Lego ofrece un entorno de juego que respeta el desarrollo individual y permite que cada niño avance a su propio ritmo y según sus intereses.

Esta línea de juguetes promueve lo que en pedagogía se conoce como “aprendizaje activo”. A diferencia de aquellos que emiten luces, sonidos o movimientos automáticos al apretar un botón, los bloques de construcción exigen una participación mental y física constante. El niño debe observar, probar, fallar, reajustar y volver a intentar.

La empresa danesa ha sabido expandir su propuesta de valor más allá del juguete físico. Las películas de Lego, los videojuegos, las series animadas y los parques temáticos son parte de un ecosistema que refuerza la identidad de la marca como promotora del ingenio y la resolución de problemas. La Lego Foundation, su brazo educativo y filantrópico, colabora activamente con escuelas y centros de investigación para demostrar el valor del juego en el aprendizaje formal.

En sus programas de responsabilidad social, Lego promueve también el diseño universal y la inclusión de niños con discapacidades. En 2020, por ejemplo, lanzó una línea de figuras con sillas de ruedas, prótesis y características físicas diversas, un paso en favor de la representación que recuerda la visión inclusiva de Montessori sobre la educación.

A pesar de sus numerosos aportes, Lego ha enfrentado críticas, especialmente en lo relativo al marketing de género, pues durante muchos años, sus catálogos separaron claramente los juegos “para niños” (vehículos, robots, herramientas) de los “para niñas” (casas, animales, moda); aunque la compañía ha tomado pasos para revertir esta tendencia y promover un diseño más neutral y abierto, el sesgo de género todavía persiste en parte de su oferta comercial.

Sin proclamarlo, Lego dialoga con los principios de la educación Montessori: autonomía, exploración, manipulación concreta y aprendizaje activo. Esa intersección entre la pedagogía y el entretenimiento, entre la estructura y la libertad, es tal vez la clave de su vigencia y éxito global. Desde Dinamarca al mundo, Lego sigue construyendo posibilidades, una pieza a la vez.

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