Durante el último año, junto con los efectos de la Covid-19, a los cuentapropistas cubanos les tocó enfrentar circunstancias de tan diverso signo como el agravamiento del bloqueo, la unificación monetaria y la ampliación de las actividades autorizadas para su ejercicio no estatal.
Pero también, después de 53 años, en el 2021, vuelven las micro, pequeñas y medianas empresas (MYPIMES) al escenario económico cubano, con la aprobación de un decreto ley para su conformación, que entró en vigor el pasado 20 de septiembre.
Recientemente se aprobaron las primeras 35 MYPIMES, de ellas 32 privadas y 3 estatales, pues en Cuba la regulación aprobada tiene la particularidad de que el sector estatal de la economía también pueda optar por esta forma de gestión.
Trece de estas MYPIMES están enfocadas en la producción de alimentos, 6 en la manufactura, 3 a actividades de reciclaje, 3 incubadas en el Parque Científico y Tecnológico de La Habana, 5 pertenecen a Proyectos de desarrollo Local, 10 habían exportado anteriormente, 20 proviene de ser trabajadores por cuenta propia y se convierten en este nuevo actor, y 15 son de nueva creación.
Fuentes oficiales revelan que en el país actualmente existen alrededor de 602 mil licencias de trabajo por cuenta propia (13 por ciento de la fuerza laboral de la Isla), y con la implementación de las nuevas disposiciones numerosos titulares pasarán de trabajadores por cuenta propia a MYPIMES o a Cooperativas No Agropecuarias.
El economista y profesor titular de la Universidad de La Habana, Antonio Romero, considera que este decreto ley constituye un hito en el proceso de transformaciones económicas que ha vivido el país en años recientes, y consolida más un proceso que se venía dando, de competencias entre agentes económicos estatales y no estatales.
“Es esperable que este decreto ley y todas las normas jurídicas que lo acompañan, propicien un espacio paulatino de transformación de algunos de los trabajadores por cuenta propia, que ya gestionaban una micro, pequeña y mediana empresa, hacia esta nueva figura económica, con todos los grados de autonomía, de legitimidad y de posibilidades de explotar todas las potencialidades que hoy en día en Cuba no se explotan a partir de las restricciones que tiene el entorno legal en el cual se mueve la economía”.
Actualmente coexisten en la Isla 1 400 000 de trabajadores no estatales entre privados, cooperativistas y un pequeño grupo de economía mixta (propiedad cubana y extranjera), el cual ocupa alrededor del 30 por ciento de las fuentes de empleo en la actualidad.
A pesar de que entre el 80 y el 85 por ciento del Producto Interno Bruto en el país, lo produce la empresa estatal, la entrada en vigor del nuevo decreto ley puede generar una sinergia muy positiva a los efectos de estimular la competitividad de la propia empresa estatal con actores privados. Así lo considera Ileana Díaz, economista e investigadora del Centro de Estudios de la Economía Cubana y de la Red de Emprendimiento de la Universidad de La Habana.
“La competencia en los marcos de la regulación de un país como Cuba es beneficiosa, porque provoca que de alguna manera los precios bajen. Entonces eso va a ser beneficioso para la población, para la economía, y va a ser beneficioso para la empresa estatal que tendrá que retarse a sí misma en una somnolencia que mantiene, en una inercia que mantiene, no muchas veces porque la empresa estatal en si misma quiera mantenerla, sino porque el mecanismo económico desgraciadamente no ayuda, no apoya, no favorece, a la empresa estatal”.
Un escenario que, a su juicio, es propicio además para desarrollar encadenamientos productivos entre el sector estatal y el no estatal, una dinámica importante y necesaria a los efectos de la situación económica que se vive hoy.
“No va a ser simple, va a ser un escenario complejo, porque también está todo el tema de cómo se cierra el círculo en términos de las necesidades de suministros que van a tener estos nuevos actores y la problemática relacionada con la moneda libremente convertible, y el tipo de cambio, que como sabemos no logra cerrarse oficialmente, y que se mueve con un cambio y en un escenario informal, y que lógicamente impacta en los precios finales”.