El Camino del Cimarrón, una ruta por los pueblos “olvidados” de Cuba

Cuando el joven Miguel Barnet se sentó por primera vez frente a Esteban Montejo, el último cimarrón sobreviviente del siglo XIX, ya podía intuir hasta qué punto la historia personal de aquel anciano de 103 años marcaría su obra posterior.

Lo que no podía imaginar, por mucho que le impactaran las narraciones de Esteban, es que ese encuentro inicial se multiplicaría luego en numerosas sesiones de entrevistas hasta dar forma definitiva en 1966 a la novela-testimonio Biografía de un cimarrón, una obra sui géneris que estableció el estándar para la novela testimonial.

Varias décadas después, un grupo de entusiastas de esta biografía, liderados por el académico y sociólogo de origen cubano radicado en Estados Unidos, el doctor Guillermo Grenier, rompieron monte a punta de machete en la región central de Cuba siguiendo los pasos de Esteban Montejo en su ruta de libertad y fundaron un sueño común: El Camino del Cimarrón.

Con el apoyo de la Fundación Fernando Ortiz, dirigida por el propio Barnet, el Ministerio de Cultura y la Agencia Italiana Daiquirí, El Camino… es un trayecto de 350 kilómetros que comienza en Sagua la Grande, en la provincia de Villa Clara, termina en Cienfuegos y ofrece el recorrido aproximado de Montejo por las comunidades donde vivió como fugitivo.

Sobre las motivaciones que lo llevaron a este emprendimiento, Guillermo Grenier explica a Negolution: “Por décadas he sido un caminante de larga distancia. En el 2011 decidí empezar a caminar Cuba. Ese año caminé de Baracoa a Bayamo; al año siguiente, desde la Bahía de Nipe hasta El Cobre. De modo que en términos de caminatas no soy un novato —ilustra—. Pero en 2015 leí de nuevo Biografía de un cimarrón y se me ocurrió la idea de crear una caminata representando por lo menos parte de la vida del inimitable Esteban Montejo. Entré en contacto con Miguel, a quien ya conocía desde antes, y a él le encantó la idea. Me puse a trabajar la ruta hasta que concebí la que caminé por primera vez en el 2016. Entonces pensé en no hacer de ella solo un camino, sino un trayecto turístico que pudiera atraer a viajeros interesados en conocer a Cuba de una manera nueva. Tomó tiempo y la covid se interpuso, pero ahora estamos solidificando el concepto.

“La esencia de El Camino… es establecer una ruta patrimonial donde el viajero puede aprender o profundizar su conocimiento sobre la historia y cultura de Cuba. La ruta pasa por pueblos casi olvidados, pero muy importantes en el desarrollo de la nación. Trazando la vida de Esteban Montejo conocemos más sobre temas que todavía se nos enfrentan: racismo y esclavitud, económica del azúcar, religiones de Cuba…”.

Inspirado en experiencias similares como el Camino de Santiago, en España, el académico cubanoamericano diseñó un recorrido de ocho días que sigue el trayecto original de Esteban.

¿Cuál considera usted que es el principal beneficio para las comunidades involucradas?

“El desarrollo económico de las comunidades en El Camino… es la razón primordial por la cual he persistido en este proyecto. Los artistas locales, grupos comunitarios, artesanos… todos pueden beneficiarse de que los viajeros conozcan sus trabajos y creaciones. Creo que es algo original y que puede atraer mucho interés, pero va a tomar tiempo. Esta clase de aventura en Cuba no es común y debemos tener paciencia para que despegue.

“Este tipo de proyecto tiene potencial y se deben establecer otros similares. Existe una cultura de caminantes de larga distancia a nivel mundial que conozco. Tenemos que dar a conocer El Camino. Después, veremos cómo se desarrolla. El turismo lento, rústico, también está creciendo al nivel mundial. No son caminantes de largas distancias, pero este grupo incluye personas aventureras que quieren explorar el mundo de una manera más natural”.

¿Qué escollos ha encontrado hasta el momento para el desarrollo del proyecto?

“En términos de escollos no ha existido nada insuperable, aunque se debe tener paciencia. Recibimos un apoyo valioso y constante de muchas personas y estructuras cubanas. Nada se mueve tan rápido como deseamos, pero paso a paso, se camina El Camino”.

Hace apenas unos meses un grupo de viajeros desafió el calor, las lluvias, los apagones y la falta de combustible para consolidar El Camino del Cimarrón como una propuesta tentadora para quienes deseen conocer la Cuba oculta en las guías turísticas.

La experiencia, desarrollada en el contexto de celebración por los 30 años del Programa de la Unesco “La ruta de las personas esclavizadas”, fue calificada por sus participantes como una vuelta a las raíces y una ruta de reconocimiento de las esencias del pueblo cubano.

Para noviembre se prepara otro grupo de intrépidos senderistas que, liderados por el artista del lente Julio Larramendi, emprenderán un tour diseñado para fotógrafos.

Los sitios icónicos en la vida de Esteban Montejo —el ingenio donde nació, la enfermería donde curó sus heridas, la cueva donde vivió escondido, los poblados donde fue libre—; estos parajes perdidos en la región central de Cuba merecer ser visibilizados porque trazan, no solo las coordenadas de una existencia azarosa, sino sobre todo la peculiar cartografía de la historia nacional.

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