La Casa de la Bombilla Verde: el bar que apuesta por la trova cubana

No hay letrero que anuncie el lugar. Una bombilla verde alumbra el portal de un apartamento convertido en bar en El Vedado habanero, y nada más hace falta para llenarlo de martes a domingo. Debe su nombre a una canción de Silvio Rodríguez y por el espacio ha desfilado buena parte de la trova que suena ahora mismo en Cuba. El sitio no solo es famoso por su ambiente bohemio donde puedes pasar una buena noche, sino por dar cabida a innovadores proyectos de la música contemporánea cubana.

Su propietario es Guillen García y, aunque es de origen vasco, lleva en lo más profundo cubanía y amor por la trova. “Crecí en España escuchando a Silvio, Pablo, y de joven me convertí en un admirador del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. Siempre pensé que en Cuba, una isla que desde mi juventud frecuenté durante largas temporadas, había necesidad de un sitio que diera espacio a los trovadores jóvenes. Por cosas de la vida me enamoré y casé en La Habana hace unos años, así que decidí crear este espacio”.

Con un pequeño presupuesto compró un apartamento en la calle 11, entre 6 y 8 del Vedado, y poco a poco logró transformarlo en lo que es hoy: un sitio sencillo, acogedor, donde la apuesta por la buena cultura cubana es el plato fuerte.

“Nuestro leitmotivs: el proyecto cultural. El negocio permite que todo vaya mejor; pero para mí el principal desafío ha sido mantener nuestra apuesta por la música cubana, y yo creo que lo hemos conseguido. Este es un lugar completamente promocional. El artista no debe pagar nada para presentarse, ni nosotros ofrecemos remuneración económica a ellos”.

Aunque el espacio fue concebido para promover a los trovadores más jóvenes, su atmósfera ha logrado convidar a diversos músicos consagrados. Con horario de martes a domingo, de 5 pm a 1 am, La Casa de la Bombilla Verde cuenta con espacios fijos, como la peña de cada martes y las presentaciones habituales de los trovadores Roly Berrío y Oscar Sánchez. “Tenemos un público asiduo que por lo general viene sin saber quién se va a presentar, y eso nos ayuda a compensar días en que los artistas no sean tan conocidos”, considera Guillen.

“Lo que más gusta de este sitio es que aquí pasan cosas mágicas: hemos tenido de una vez a músicos como Yusa cantando, Kelvis Ochoa haciéndole los coros, y Oliver Valdés tocando el cajón. Tuvimos un homenaje a Santiago Feliú en el que casi todos los integrantes de Interactivo estaban en el escenario cantando con Frank Delgado. Creo que eso ha ocurrido aquí, no por casualidad, sino porque se ha creado un ambiente muy bueno para la trova, donde hay un público que viene a escuchar, es respetuoso y sabe apreciar lo que está viendo”, asegura.

El sitio también ha dado cabida a espacios de poesía, presentaciones de libros, teatro, videoclips, proyecciones de cine, y ha sido sede de actividades organizadas por diversas instituciones culturales del país. Las paredes de La Casa de la Bombilla Verde han sido otro espacio para el buen arte cubano, pues Guillen cuenta que las cede a los artistas, para que puedan compartir sus obras.

Con bombillas verdes por doquier. Nada más y nada menos que situado en 11 y 6, como la conocida canción de Fito Páez, este sitio seguirá ofreciendo oportunidades a la buena trova que se hace en Cuba. Parafraseando a Silvio Rodríguez, ya lo saben: Guillen y su equipo viven “en la vieja casa de la bombilla verde, si por allí pasaran, recuerden”.

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