Oscar Fernández: “En Cuba hay muchos negocios preocupados por impactar socialmente, no solo por generar riquezas”

Hablar de productos deshidratados en Cuba es automáticamente pensar en Deshidratados Habana, una mipyme habanera que desde hace algunos años se ha ganado a golpe de esfuerzo, trabajo y calidad, un reconocimiento en la producción de alimentos de este tipo.

Pero en Deshidratados Habana no se preocupan solamente por ampliar su catálogo de productos y expandir sus redes comerciales, sino que paralelo a su modelo de negocios, han venido desarrollando una fuerte línea de trabajo social, aunque prácticamente no lo promocionan, y prefieren hacerlo casi desde el anonimato.

Oscar Fernández es uno de los socios fundadores de la empresa y también uno de sus rostros más conocidos. Economista de profesión y devenido emprendedor, conversó con Negolution sobre el impacto social de los emprendimientos en la Cuba de hoy, cuánto se ha hecho y cuánto falta aun por hacer.

-¿Se propusieron desde que concibieron el negocio hacer trabajo social o fue algo que surgió de manera natural?

“Nosotros producimos bajo un concepto de cero desperdicio, tratamos de aprovechar todo los elementos de los productos que procesamos y de buscarle un uso a cada una de las cosas, por eso el negocio tiene un componente conceptual importante de economía circular”.

“Cuando procesamos mango, por ejemplo, secamos la cáscara y obtenemos un polvo savorizante muy bueno para infusiones, respostería, que tiene muy buen sabor para ensaladas, como aliño, en fin, tiene múltiples usos. También en el caso concreto del mango, luego de sacarle la masa, hay una parte de la semilla que queda con mucha masa adherida y eso es barbarísimo para procesarlo y hacer pulpa para jugos y mermeladas”.

“Por tanto tenemos siempre una cantidad de productos que no es aprovechable para producir deshidratados, entonces conectamos con algunos centros sociales, círculos infantiles, hogares de ancianos y el hogar psicopedagógico La Castellana, en Arroyo Naranjo, para donarles parte de esos productos”.

“Durante toda la temporada de mangos, por ejemplo, a los centros que eran parte de la comunidad, les preparamos una especie de cronograma y ellos iban una o dos veces por semana a nuestra industria a buscar cajas de semillas de mango para procesarlas y elaborar pulpa”.

“En el caso de La Castellana no tenia cómo venir a buscar las cajas de semilla y ahí fue donde se sumó Vélo Cuba, que hacían los viajes gratuitos hasta Arroyo Naranjo para llevarle las semillas de mango para que ellos pudieran elaborar jugos y pulpa”.

“Estuvimos así durante varias semanas, pero lo hacemos con otras frutas también durante todo el año”.

– Deshidratados Habana no es solo lo que vemos o compramos empaquetado, ¿qué más hay detrás?

“Lo primero que quiero enfatizar es que no hacemos estas acciones para tener publicidad, solamente queremos impactar de manera positiva en la sociedad y ya está”.

“Cada vez que compramos frutas siempre la adquirimos directamente de un productor, en muy pocas ocasiones hemos comprado a un intermediario, y eso nos permite tener precios mejores, más bajos”.

“Entonces lo que hacemos es, por ejemplo, si vamos a procesar 2 toneladas de mango, compramos 2.5 toneladas, y esos 500 kg extras los vendemos como frutas frescas a precio de costo, con margen mínimo, como si fuera un agro, y muchos vecinos de la zona, principalmente ancianos, compran en nuestro local fruta fresca porque es muy barata”

“Le damos acceso a la gente a adquirir y los principales beneficiados son las personas mayores de la comunidad, del barrio”.

“A veces con tan poco esfuerzo podemos tener tanto impacto, que verdaderamente vale la pena”.

– ¿Es el trabajo social una prioridad o una práctica común entre los actores privados?

“Creo que es una práctica que se ha extendido pero lo primero que hay que entender es que hay emprendimientos de naturalezas muy diferentes en Cuba”.

“Hay muchos preocupados por trascender de otras maneras, no solo por obtener beneficios económicos, sino por hacer algo que verdaderamente impacte en la sociedad, que están tratando de hacer bien las cosas”.

“Y todo eso está muy lejos de ser actitudes oportunistas como muchas veces se les acusa, de limpiar la imagen de la marca ni muchos menos, para nada, muchas cosas se hacen casi en el anonimato, ni te enteras, pero ahí están los emprendedores haciéndolas. Lo hemos visto ante desastres naturales, accidentes, catástrofes, muchísimos se han sumado a ayudar desde el anonimato”.

“Por otro lado hay estereotipos muy fuertes que acusan al sector privado de ser natural, intrínseca e irremediablemente egoísmo puro, y eso es una falacia total, no se sostiene, lo que pasa es que es muy difícil de combatir porque son criterios que están muy enraizados”.

“Esta es una cultura que hay que fomentar, no hay políticas del gobierno para eso, hay cursos de la Red de Emprendimientos, pero no existe una estructura de fomento de ese tipo de prácticas, ni una estrategia de comunicación para divulgarlas”.

– ¿Qué cambiaría si más actores económicos se suman?

“Algunos emprendimientos están incorporando estas prácticas, otros negocios simplemente están intentando, simplemente sobrevivir, que no es una tarea fácil en estos tiempos, pero lo primero que hay que entender es que el trabajo social no es en sí mismo responsabilidad única de los emprendimientos”.

“Es maravilloso que cada negocio que surja tenga incorporado este componente de responsabilidad y compromiso social, pero la protección social le toca a las políticas sociales del país, que tienen que dejar de ser tan asistencialistas, rudimentarias y homogenizantes como lo son ahora, y buscar un poco de iniciativa.”.

“Trabajar con los barrios o comunidades en situación de vulnerabilidad no es solamente intervenir en la arquitectura de los espacios, resolver la vulnerabilidad está en que ese barrio genere oportunidades económicas para sus habitantes, que algo cambie la matriz y que la gente progrese y prospere con su trabajo, con buenas prácticas”.

-Entonces, ¿qué se podría hacer?

“Promover las pymes tiene que ser parte de la política social de los gobiernos, como es en muchas partes del mundo”.

“Identificar a personas en esos barrios con ganas de emprender, darles un crédito y diseñar una política para que esos créditos se conviertan en emprendimientos, y estos generen empleo, los empleos generen una demanda que a su vez genere niveles de consumo y estimule otras producciones y otros negocios, y así se construye una espiral”.

“Esa es la manera en que tú conviertes el dinero en prosperidad, y sacas a las personas del estadío de vulnerabilidad. Mientras tanto, los emprendedores privados seguiremos haciendo un poquito cada día, al menos desde Deshidratdos Habana así nos lo propusimos”.

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