A comienzo de los años 70 nadie apostaba un dólar por el éxito de ese emprendimiento, pues en Estados Unidos por aquella época existía escasa cultura del café y no había razones para pensar que eso fuera a cambiar. Hoy, sin embargo, es la cadena de cafeterías más grande del mundo y un ícono de la industria.
¿Quién no disfruta un buen café? De hecho, su aroma y sabor son casi obligatorios, en las mañanas, para millones de personas en todo el mundo. Y si de café se trata, hay una marca que de inmediato salta a la mente de muchos: Starbucks.
Desde Seattle, en Estados Unidos, llega Starbucks, la cadena de cafés más famosa del planeta. Aunque no se sabe con exactitud si fue la primera franquicia de cafés que existió, sí ha sido la más popular hasta el momento, la que más ha generado conexión con los consumidores y la que más ha dado de qué hablar.
Starbucks es una marca asociada al lujo. La mayoría de sus productos son costosos. Para tener una idea, un cappuccino en Starbucks puede costar hasta cinco dólares, que es el mismo precio de un menú Big Mac, que incluye patatas fritas y un refresco en Mcdonald’s. Aun así, la empresa ha sabido mantenerse en periodos de crisis diversificando su cartera de productos y costos para aumentar la masa de clientes sin necesariamente bajar el standard.
Entre las grandes multinacionales de productos de consumo inmediato, Starbucks es relativamente nueva; incluso, su expansión y popularidad se han suscitado recientemente con el boom de los medios sociales por Internet. Hoy existen más de catorce mil cafés Starbucks en todo el mundo, distribuidos en más de cincuenta países de los cinco continentes.
Todo empezó en 1971, Seattle y tres socios: el profesor de inglés Jerry Baldwin, el profesor de historia Zev Siegel y el escritor Gordon Bowker, fundan el primer café Starbucks en 2000 Western Avenue, como una tienda de granos de café para máquinas. Su nombre fue motivado por la novela Moby-Dick, concretamente así era como se llamaba en principio el barco del Capitán Ahab.
En 1986, el empresario Howard Schultz, compró las tiendas de café Starbucks, las convirtió en cafeterías y, un año más tarde, comenzó a abrir sucursales en las afueras de Seattle y en otros Estados del país. El primero fuera de Estados Unidos fue en la ciudad de Tokio, en el año 1996, y desde entonces ha habido una expansión masiva del negocio.
Starbucks es un monstruo del marketing social en Internet. Su concepto de ser un tercer lugar (para la socialización luego del trabajo y antes de la casa), ha hecho que todos los días personas de todo el mundo se tomen fotografías en uno de sus cafés, consumiendo productos que llevan su distintivo logo; y esto es publicidad masiva por la cual la empresa no paga ni un centavo.
La marca ha creado una legión de seguidores que ven en más allá de la calidad de sus productos. Gustan de la decoración de sus establecimientos y lo que representa para ciertas audiencias, más que todo en los jóvenes, un espacio para el esparcimiento con un aire chic.
En cuanto a su modelo de negocios, Starbucks implementó un esquema parecido al de Mcdonald’s si de expansión desenfrenada se refiere. Si se promedia la construcción de cafés desde 1996 (año de la internacionalización de la marca), podría decirse que se han construido desde entonces dos cafés Starbucks por día, y sin parar, en diferentes zonas del planeta; un efecto de “aparecer de la nada de repente” que instauró Mcdonald’s hace casi sesenta años.
Parte del éxito de Starbucks se debe también a detalles que muchos no toman en cuenta o pasan desapercibidos, por ejemplo, el hecho de usar marcadores en las tapas de los frascos. Hasta ese momento nadie imaginaba la cercanía y publicidad, que podría generar un nombre escrito en un vaso hasta que Starbucks lo hizo.
Otra de sus estrategias fue colocar su marca por todas partes. Starbucks demostró que no parecerás invasivo siempre que empatices con la audiencia, crees una legión de seguidores y ofrezcas buen material.
Otro detalle que todo emprendimiento debería considerar es ofrecer un producto extremadamente limitado, esto le agregará un aire de prestigio y unicidad, que provocará en la gente la necesidad de adquirirlo inmediatamente. Starbucks lo hizo y le fue increíble.
Resulta curioso que una franquicia tan extendida, pueda aún conservar su estatus Premium o “High class”, y eso puede deberse a que, a pesar de la rápida expansión, Starbucks es muy cuidadoso con sus asociados y evita masificar su imagen a todos los estratos a través de medios convencionales como la televisión.
La popularidad le ha concedido a Starbucks un nicho de negocio que debe retener con inteligentes estrategias de mercado para mantener sus más de diez mil millones de dólares en ingresos anuales, una cantidad bastante grande para una cadena de bienes de consumo inmediato.