Situado en las aguas al norte de Isabela de Sagua, Cayo Esquivel es un paraje casi virgen que los isabelinos visitaban con frecuencia hace algunos años y es, también, el nombre con que unos emprendedores temerarios decidieron bautizar a su restaurante encaramado en pilotes sobre el mar.
En verdad, hay que ser temerarios para comenzar a gestionar un paladar sin experiencia previa en este tipo de negocios y, para colmo, en un lugar tan vulnerable a las veleidades del océano.
Pero Jorge Camilo González y su equipo estaban convencidos de que las recetas “made in Isabela” serían un rotundo éxito y no lo pensaron dos veces: desde finales de 2015 adquirieron Cayo Esquivel, el restaurante familiar de comida del mar y cubana con el que se han hecho famosos en Villa Clara y más allá.
Promovido en los catálogos como “el lugar ideal para disfrutar de una cena en familia o con amigos en un ambiente acogedor que, además, incluye un área de baño para su disfrute”, Cayo Esquivel ha ganado notoriedad por la exquisita elaboración de los platos típicos de la cocina cubana y, sobre todo, por su amplia variedad de recetas marineras.
“El menú se basa principalmente en mariscos —explica Jorge Camilo—, nos abastecemos con otros trabajadores por cuenta propia que realizan actividades pesqueras y a través de mipymes. Hemos hecho contratos con entidades estatales, pero no siempre cumplen con lo pactado”.
No obstante los inconvenientes para la adquisición de materias primas en un contexto signado por la escasez, el restaurante se ha agenciado un público fiel que llega desde el poblado costero, desde la ciudad de Sagua la Grande, a unos 12 kilómetros de distancia, y hasta de otros países.
“Si bien los turistas extranjeros son un mercado pequeño por esta zona, los cubanos residentes en el exterior sí son mayoría”, precisa Jorge Camilo, y para probarlo allí está, bajándose del carro, una familia con su cubanoamericano al frente, listos para almorzar en el icónico ranchón plantado 15 metros mar adentro.
Hasta ese punto específico del litoral llegaron, no por las referencias en redes sociales, que son escasas y desperdigadas; sino por la promoción “boca a boca”, que es como llaman por esos lares a las estrategias tradicionales de marketing, las que se basan en el poder amplificador de un buen servicio.
“Cuando vengo de visita a Sagua siempre hago lo mismo: recojo a los míos en el auto que rento y los traigo para acá, a pasarnos el día —explica César Rangel, residente en Orlando, Florida—; Cayo Esquivel viene siendo como mi puesto de mando para el reencuentro familiar”.
Preferir este restaurante en una zona donde coexisten una decena de emprendimientos similares, en su mayoría privados, y el emblemático Caney de Isabela, reconstruido recientemente, dice mucho de la calidad de la atención que se brinda en Cayo Esquivel y, sobre todo, de la cultura marítima que intentan impulsar sus dueños.
“Pretendemos mantener la oferta de pescados y mariscos, platos que son parte de la rica tradición culinaria de este pueblito —resume Jorge Camilo—. Es la manera que tenemos de preservar los modos de ser y de hacer que identifican a Isabela en Cuba y en el mundo”.