Budsies, la empresa que convierte en juguetes los dibujos de los niños

En la imaginación de los niños, ese mundo paralelo donde los límites de la ficción y la realidad no están del todo claros, coexisten sin sobresaltos los más disímiles personajes: unicornios que hablan, príncipes convertidos en ranas, monstruos de seis manos… protagonistas de las ensoñaciones infantiles que, por lo general, terminan convertidas en dibujos.

Fue precisamente ese retablo de extraños personajes el que inspiró a Alex Furmansky: “Mi hermana Michelle nació cuando yo tenía 16 años, por lo que tuve el privilegio de ver su arte progresar a través de su niñez —ha declarado a la prensa—. Todas las semanas ella traía a casa una docena de dibujos; pero lamentablemente esas obras eran desplazadas al refrigerador para luego ser enterradas en una caja en el sótano. La creatividad de Michelle se estaba olvidando”.

Para perpetuar la imaginación de su pequeña hermana, que dormía abrazada de sus muñecos, a Furmansky se le ocurrió la original idea de darle vida a aquellos dibujos, convirtiéndolos en peluches que duraran para siempre.

Los hijos de sus amigos, primos y parientes más cercanos fueron los primeros beneficiados con un proyecto que fue acogido con entusiasmo y creció a tal punto que en 2013 se consolidó como una empresa de juguetes bajo el nombre de Budsies.

Conscientes de que cada niño es una fuente inagotable de creatividad, los especialistas de este emprendimiento dan total libertad a los pequeños, que no suelen dibujar guiándose por estándares ni reglas convencionales sobre la realidad.

El proceso al interior de Budsies es sui géneris: al recibir el encargo, lo primero es analizar la pintura detalladamente y los comentarios que pudiera redactar el autor, para entender en profundidad el significado emocional del dibujo. Todo ello en consonancia con la visión de la compañía: permitir que los niños sean los creadores de sus propios juguetes.

Luego se escogen los materiales y telas específicas, para que los diseñadores se encarguen de trazar los patrones exclusivos para cada proyecto. El equipo de costureras los unifica y finalmente se rellena con poliéster de primera calidad, con lo cual toma cuerpo un peluche único y personal, que es empacado delicadamente junto al dibujo para ser enviado a su hogar.

Los “Budsies” cumplen con todas las normas de seguridad, pues en su confección se emplean materiales hipoalergénicos y, si llevan piezas pequeñas, los fabricantes advierten que deben ser solo para niños de tres años en lo adelante.

Los peluches favoritos de Furmansky son los que han surgido a partir de historias emotivas, como la de aquella familia en la que un niño estaba en tratamiento para el cáncer y dibujó a su mamá como superhéroe. En otra oportunidad hicieron un peluche en base a una foto de un papá militar para que su hijo pudiera abrazarlo todos los días mientras él estuviera fuera.

La empresa nació en 2013 y ya ha creado cientos de miles de peluches, incluyendo su línea de mascotas, denominada Pesties, y de personas de peluche, Budsies Selfies, todo ello con el propósito de contribuir a formar mejores seres humanos y, por ende, hacer un mundo más abrazable.

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