Eduardo Viciana, el maestro artesano que guarda los secretos del vidrio soplado en Cuba

Quien contempla al cubano Eduardo Viciana dominar el vidrio líquido, ardiendo a más de 1100 grados Celsius de temperatura, y convertir esa “bola de fuego” en un objeto de artesanía con formas inimaginables, podría pensar que la técnica del vidrio soplado es “pan comido”. Nada más alejado de la realidad.

El patio de una vivienda familiar en La Habana le sirve como taller desde hace más de una década. Eduardo es uno de los pocos artesanos que en la isla caribeña domina el milenario arte del vidrio soplado.

Ubicado en el municipio 10 de Octubre, uno de los más populosos de la capital del país, desde este espacio que él mismo define como un “taller evolutivo”, pretende difundir en Cuba el conocimiento y uso de la antigua técnica.

LOS INICIOS

Once años atrás nada de lo que hoy ocupa el área del taller existía: ni los tres hornos artesanales fabricados por Eduardo para trabajar el vidrio, ni las herramientas, ni las vasijas, ni los recortes de cristales amontonados en un rincón, ni las muestras fallidas del constante proceso de “prueba y error” que es dominar la técnica del modelado a mano del vidrio.

“Cuando comenzamos aquí en el 2013 aquí no había nada, esto era un patio de una vivienda. Antiguamente aquí teníamos un taller de cerámica y hacíamos vitrales en la planta de arriba”, contó.

Su estudio lleva por nombre “Vidrios FD”, ya que son estas las iniciales de los nombres de sus hijos y se trata de un proyecto familiar.

Eduardo, de 53 años, tiene una extensa formación en diferentes manifestaciones artísticas como pintura, cerámica, vitrales, restauración y joyería. Todo eso le sirvió de base para aprender a trabajar con un material tan complejo como el vidrio.

Su destreza y maestría le ha permitido formar de importantes obras de restauración, como la reproducción de 200 piezas para las lámparas del Gran Teatro de La Habana durante la reparación del inmueble, utilizando la técnica del vidrio soplado.

“Esto es un oficio y es un arte”, afirmó.

UNA TRADICIÓN “TROPICALIZADA”

El vidrio soplado es un arte que requiere precisión, paciencia y un profundo conocimiento del material, de ahí que en el 2023 la UNESCO declaró esta técnica como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

“Es un oficio complejo, hay que aguantar el calor y tiene que gustarte para dominarlo”, aseguró Viciana, quien confesó a Xinhua que aprendió el oficio viendo videos y “copiando” los movimientos de otros maestros artesanos “como en el ballet”.

La fabricación de cada pieza comienza en un horno artesanal de ladrillos refractarios de alta alúmina, con capacidad de almacenamiento de 600 libras de vidrio y el cual alcanza hasta 1.250 grados Celsius de temperatura.

“En el caso nuestro en particular usamos vidrio reciclado, de desecho, vidrio plano de puertas y ventanas”, dijo Viciana y explicó que así logran ahorrar un 30 por ciento de energía en el proceso de fabricación el vidrio.

“Todo lo hacemos a partir de las materias primas que tenemos en Cuba, hasta los colores”, aclaró.

Explicó, mientras moldeaba un toroide (objeto cilíndrico con un hueco en el centro), que tanto con la técnica del soplado como con el vidrio caliente o fundido, se puede elaborar “casi cualquier cosa”: lámparas, esculturas, láminas personalizadas, envases. “Son casi infinitas las posibilidades”.

Cuando termina de moldear cada pieza, la pasa al horno de recocido y permanece allí hasta el día siguiente para eliminar todas las tensiones que puedan tener.

“En la superficie enfría primero que en el interior, y por tanto tenemos que lograr que la pieza alcance la misma temperatura en todos sus puntos y enfríe parejo, de lo contrario se parte”, explicó Eduardo.

Afirmó el artesano que aunque realice una línea de producción seriada las piezas parecen iguales, pero solo son similares, ya que en el vidrio cada pieza es única.

EL FUTURO 

Mientras moldeaba un jarrón con forma de toroide (objeto cilíndrico con un hueco en el centro), comentó que tanto con la técnica del soplado, como con el vidrio caliente o fundido, se puede elaborar “casi cualquier cosa”: lámparas, esculturas, láminas personalizadas, envases. “Son casi infinitas las posibilidades”.

Según afirma, este es un oficio que toma la vida entera, “no es algo que se aprenda en un año o dos”.

Es por ello que desde hace ocho años Viciana entrena a Jorge Labrada, un joven de 34 años quien es su ayudante en el taller.

Jorgito, como cariñosamente le dicen, confesó que al principio tuvo un poco de temor al ver los hornos e incluso se quemó varias, “porque cuando se trabaja con vidrio soplado hay que tener todos los sentidos puestos en lo que estamos haciendo”. Pero luego le gustó tanto que se quedó.

Cada día, el joven aprendiz, atraviesa la ciudad de un extremo al otro para llegar al taller.

“Es muy difícil, es como la música que hay que estudiarla toda la vida”, aseveró.

Por su parte, Liani Ortega, arquitecta de formación y encargada de la gestión comercial y el diseño en “Vidrios FD”, comentó que pretenden convertir el taller en un proyecto más global.

“Quisiéramos impactar en el desarrollo de esta técnica en Cuba”, resaltó.

Ortega explicó que trabajan por pedido y comercializan algunas piezas a través del Fondo Cubano de Bienes Culturales y la Empresa de Gestión del Patrimonio de la Oficina del Historiador de la ciudad.

Apuntó que este es un producto cubano “adaptado a nuestras condiciones y con códigos de tradición y elementos de nuestra identidad”.

“Podemos enseñar a otros a que lo hagan también”, aseguró Eduardo mientras daba forma una pieza de vidrio en el banco, y a cada rato la introducía en el flameador, a 1.000 grados Celsius, para mantenerla con la temperatura adecuada.

En Cuba el milenario oficio del moldeado a mano del vidrio no está muy arraigado en la sociedad, pues no existen muchos maestros que dominen la técnica, de ahí que el sueño de Eduardo sea incluir su estudio en la enseñanza artística del país.

“No tengo un sueño personal con el vidrio, sino más bien un sueño social, me gustaría que esta técnica se convirtiera en algo que otras personas y artistas usen para trabajar”.

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