El emprendimiento que hace de la cosmética natural el sueño Delavida

Ahora pueden encontrarse los productos con sello Delavida en tiendas de Pinar del Río, La Habana, Villa Clara, Sancti Spíritus, Camagüey, Las Tunas o Granma; o en los hoteles de Jardines del Rey, pero hubo un tiempo en que Yunet Pérez confeccionaba sus jabones artesanales por puro amor a la cosmética natural, porque no los podía vender.

“A finales de 2021, cuando comenzamos, no había un molde, no había nada, desde Estados Unidos mi papá me envió los primeros moldes, los primeros recursos que tampoco encontraba en Cuba —evoca Yunet—. Aun así, me fui enamorando del mundo de la jabonería, de la cosmética natural y Delavida pasó casi un año en el proceso de que hacía jabones, pero no los podía vender. Los hacía, nos íbamos a los centros de investigación de Morón, presentábamos los jabones, hablábamos sobre ellos, pero no teníamos licencia. En ese entonces no se estaban otorgando patentes de trabajador por cuenta propia, no existían las mipymes, por tanto, hacíamos jabón para la casa, para los vecinos, a los amigos les fui dando para que probaran; los hacía y no podía venderlos”.

Todo había nacido de forma espontánea, al calor de una cola para comprar aseo en el momento más álgido de la pandemia. “Empecé por necesidad, porque no me gusta estar sin hacer nada —explica—; luego encontré a una profesora mexicana que hoy radica en España, que me ayudó muchísimo desde el inicio”.

Desde el momento cero, Yunet llamó a Yarimil Herrera, uno de los puntales del proyecto. “De no haber entrado Yarimil a Delavida, quizás hoy Delavida no fuera lo que es; el apoyo de Yarimil y de mi esposo, de mi madre, de mi hermana, de mis amigos…, ha sido primordial, porque no todo fue sonrisas en los primeros tiempos”.

Octubre de 2021, tras la aprobación de las nuevas formas de gestión no estatal, marcó el punto de arrancada “en serio” de Delavida, un emprendimiento que tiene claro sus principios básicos: la producción de productos de calidad, el uso de materias primas locales para sustituir importaciones, el empleo de ingredientes naturales en la cosmética artesanal, la transparencia en el etiquetado, el apoyo a comunidades locales y la promoción de la educación sobre cosmética natural.

“En Delavida buscamos la seguridad para nuestros clientes —asegura Yunet—; para eso hemos certificado nuestros productos, hemos gestionado con la Dirección de Higiene y Epidemiología de Morón que nos hagan pruebas cada 15 días, que visiten nuestra fábrica y siempre hemos estado muy al tanto de todas las regulaciones y las normas cubanas que aplican a nuestras producciones.

“Hemos procurado que cada organismo que nos tiene que certificar, visitar o inspeccionar, pues que lo haga: además de Higiene, la Oficina de Trámites y Normalización, hemos ido a tocar las puertas en cada lugar y hemos dicho: vengan, revisen, valoren, vean, certifiquen, y creo que eso es imprescindible para cualquier negocio en Cuba que hoy decida comercializar productos de uso tópico o alimentos”.

Casi tres años después de aquellos primeros jabones, Delavida expandió la producción a cremas en formato de ungüento y bálsamo, talcos, champús, acondicionador, mascarillas…, todos avalados por el Instituto Nacional de Higiene y Epidemiología, según declaró a la prensa la doctora Laura Rivero Guillén, especialista de primer grado en Dermatología.

Ello faculta a los dermatólogos a recetar estos productos, aunque Yunet siempre insiste en que no son propiamente medicinales. “Delavida, de alguna manera, ha sido una suerte. Ha salvado la dermatología en Ciego de Ávila y otras provincias. Por eso tuvo la oportunidad de participar en el Congreso de Dermatología 2022 en La Habana”, declaró la doctora.

Ante la alta incidencia de escabiosis en territorio avileño, recientemente el servicio de dermatología, de conjunto con Delavida, donaron cremas azufradas al 10 por ciento al hogar de ancianos del municipio de Ciego de Ávila, lo cual viene a reforzar el compromiso de Yunet y su equipo con la comunidad.

Precisamente al tremendísimo team que ha logrado atribuye Yunet el éxito del negocio. “Hemos hecho crecer a Delavida porque hemos sumado las potencialidades individuales de cada uno. Y eso nos ha llevado a formar una familia”; una familia que actualmente va por los 40 trabajadores y que ha tenido que expandirse, porque los locales iniciales ya no dan abasto para los niveles actuales de producción.

“Llevar un emprendimiento en Cuba hoy es otra carrera, te lleva a buscar toda la información legal que te respalda, en cuanto a las leyes del ámbito que desarrollas y en materia de impuestos y tributos —sostiene—. Ha sido difícil crecer sin financiamiento, porque Delavida es un proyecto que ha crecido con el propio capital que ha generado; comenzamos en la meseta del patio de mi casa y hoy Delavida tiene dos centros de producción. Entonces hemos tenido que ir aprendiendo. Por suerte, tenemos un excelente personal económico, una muy buena comercial y la asesoría legal que buscamos con personal competente”.

¿Cómo ha logrado llevar adelante un proyecto de cosmética natural sin formación en el área de la química?

“Para mí la cosmética natural fue un bichito que se me fue colando, que comenzó con el jabón, pero he seguido estudiando, siempre de forma autodidacta y con muchos cursos internacionales, para conocer más sobre otras formulaciones, emulsiones, productos de detergencia…

“Creo que no hay nada mejor en esta vida que la motivación. Si hay algo que te gusta, en eso puedes llegar a ser excelente. Uno de los principios que rigen a los proyectos que ahora mismo en la isla se dedican a este ámbito es la responsabilidad y la preparación. Tenemos grupos en común, veo los trabajos de otros emprendimientos de cosmética natural y sé que, aunque es un gremio pequeño, hoy está dando pasos firmes en Cuba”.

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