Mipymes cubanas: en el camino también de los financiamientos “verdes”

La búsqueda de financiamiento a los emprendedores puede tornarse un tema complejo; pero los mecanismos para tales fines no están muchas veces “tan lejanos”. ¿Es posible acceder a fuentes internacionales mediante proyectos de adaptación y mitigación al cambio climático en Cuba? ¿Por qué son importantes e imprescindibles en el contexto cubano?

Las respuestas a esas interrogantes la saldó el doctor en Ciencias, Alfredo Carballo en una conferencia con casi un centenar de representantes de pequeñas y medianas empresas (Mipymes) que concurrieron al Foro de Servicios Legales convocado por el Bufete Internacional S.A.

De acuerdo con Carballo, los proyectos con fuentes de financiamiento climático internacional son importantes para las condiciones de la nación caribeña porque contribuyen significativamente a alcanzar los objetivos establecidos por la comunidad internacional para combatir el cambio climático, además, proporcionan un cambio de paradigma en las empresas que comienzan a comprometerse con un paradigma de desarrollo resiliente.

Este tipo de planes también mejoran la gestión ante la variabilidad climática en las comunidades costeras, por ejemplo, las cuales están expuestas a fenómenos ambientales como la subida del nivel del mar, salinización del suelo, aumento de la temperatura media anual, eventos hidrometeorológicos extremos, entre otros.

Pero, cuáles son los mecanismos internacionales de financiamiento para este tipo de proyectos. En Cuba existen varios que trabajan en diversas esferas, comentó Carballo.

Uno de ellos es el Fondo Verde para el Clima, un mecanismo financiero de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático cuyo objetivo es contribuir de forma ambiciosa a la consecución de los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático de la comunidad internacional.

Al describir la forma en la cual el Fondo Verde del Clima asume las iniciativas, Carballo detallo que el FVC proporciona Subvenciones (ayudas o subsidios otorgados, a condición de que sean reembolsadas en el futuro), Préstamos concesionales (largo plazo con condiciones de  ventajas), Inversiones de capital (Inversiones en activos físicos para el caso, en mitigación y adaptación) y Garantías (Instrumentos para reducir el riesgo a través de la participación de otros inversores)

En el caso del sector privado, ese mecanismo se encarga de promocionar el entorno de inversión propicio para la combinación climática y económica; así como acelerar innovaciones en modelos de negocio, instrumentos financieros y tecnologías climáticas.

También contribuye en la reducción de los riesgos de las inversiones y colabora en el fortalecimiento de las instituciones financieras.

Todo enfocado en ocho áreas principales: Sistemas de información climática y Alerta temprana; Transporte; Salud y Bienestar.

Además de Seguridad hídrica; Eficiencia energética; Bosques y Uso de la tierra; Generación y acceso a la energía; Agricultura y seguridad alimentaria.

También labora en la isla caribeña Biofin, una alianza colaborativa de alcance mundial, administrada por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que tiene como propósito implementar la metodología que concibe el diseño de una estrategia de movilización de recursos para el financiamiento de la biodiversidad.

Cuba se incorporó a esta iniciativa en el año 2016, coincidiendo con la definición de las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030 (PNDES), el cual tiene entre uno de sus ejes estratégicos el de Recursos Naturales y Medio Ambiente.

Biofin también se encarga de reunir,  gestionar capital y utilizar incentivos financieros para apoyar la gestión sostenible de la biodiversidad; así como ayudar a los países a mejorar su gestión financiera de la biodiversidad y los ecosistemas.

A ellos se suma el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), que apoya a los países en desarrollo en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica, el Convenio de Minamata sobre el Mercurio y el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes.

A mediados de 2024, el GEF junto a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) aprobaron el financiamiento de una iniciativa para la pesca sostenible y proteger la biodiversidad a fin de fortalecer las capacidades del Centro de Investigaciones Pesqueras (CIP) del Ministerio de la Industria Alimentaria y los departamentos técnicos de empresas pesqueras que operan en el Golfo de Guacanayabo, en la costa suroriental de las provincias cubanas de Granma, Camagüey y Las Tunas.

Estas no son las únicas iniciativas, también la Unión Europea, y fondos de países como Francia, Alemania, Suiza, entre otros, trabajan con Cuba en proyectos de diferentes escalas, detalló Carballo.

¿Cuáles son los requisitos para acceder a dichos fondos?

De acuerdo con el experto, Premio de la Academia de Ciencias de Cuba, esos mecanismos proporcionan financiamiento para el clima, no para el desarrollo, que tiene otra fuentes.

“Para la Adaptación al cambio Climático, se debe demostrar impactos del cambio climático en el desarrollo sostenible, así como un cambio de paradigma para gestionar esa realidad; mientras que para la Mitigación, se otorgarán recursos en función de que las empresas sean capaces de demostrar la potencialidad para para limitar y reducir los Gases de Efecto Invernadero”, acotó.

Por otro lado, las propuestas deben estar alineadas con las prioridades del país y tener un enfoque metodológico para cuantificar y monitorear los resultados de mitigación de la actividad, con supuestos consistentes, utilizados por los informes nacionales.

Existen, además, principios básicos para demostrar la justificación climática en la adaptación y estos son: la Identificación que engloba la forma en la cual el proyecto aborda los riesgos e impactos del cambio climático y las evaluaciones de vulnerabilidad.

La Respuesta que se refiere a cómo la actividad financiada reducirá la exposición/vulnerabilidad de personas, ecosistemas; y la Alineación, entendida como la confirmación de la actividad con la estrategia nacional de país.

Además, el proyecto debe poseer un método para el Monitoreo y evaluación de sus actividades en función de la tarea medioambiental.

En Cuba ya existen proyectos beneficiados con esos fondos internacionales de financiamiento como son: MI COSTA que se encarga de fortalecer la resiliencia costera al cambio climático a lo largo de mil 300 kilómetros de la costa sur reduciendo los principales factores de vulnerabilidad de los ecosistemas en 24 comunidades costeras.

Se aplica un enfoque EBA (guía holística que aprovecha la biodiversidad y los servicios ecosistémicos para ayudar a las comunidades a adaptarse al cambio climático), con el objetivo de ir restaurando los nexos y las funcionalidades de los ecosistemas y reforzando la capacidad de adaptación de las comunidades locales, los sectores y los marcos nacionales de planificación.  MI COSTA beneficiará a 1,3 millones de personas en Cuba.

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