Con tres palabras se define la plataforma para apoyar diseñadores y artesanos como Social, que a decir de su editora Nerea R.Vera, es una marca “atípica, única, perseverante”; y no es porque ella lo describa así, sino porque su historia y el mérito de rescatar un medio icónico como este, lo coloca como “pauta estilística del pasado que define de cierta manera lo actual, en cuanto a calidad, principios, aspiraciones”.
Fundada en 1916 por el caricaturista, periodista y editor cubano Conrado Walter Massaguer, ha sido calificada como un medio vanguardista de prensa que, durante su existencia, hizo historia en el periodismo de la isla.
Con oficinas en Nueva York también, sus publicaciones sirvieron para guiar a viajeros de América Latina que llegaban a la ciudad. Para conocer sobre la Social del presente siglo y su reaparición en el escenario mediático, hablamos en exclusiva con Nerea R.Vera.
P: ¿Por qué rescatar Social?
R: Los estudios y libros que abordan la historia Social (@social_1916) en Cuba generalmente toman sus imágenes y textos como documento histórico por cuanto resumen estilos de vida de la época en que se publicó, así como las tendencias artísticas imperantes y su evolución. Sin embargo, se ha dejado de lado el poder moldeador de la publicación para fomentar prácticas y experiencias tanto en el orden doméstico, cultural o en las formas de expresarse.
No sólo el balance entre la publicidad que sostenía la revista y los escritos de grandes autores describen una realidad múltiple y compleja, sino que demuestran se convirtió paulatinamente en una vía “educativa” no formal, que pudo haber incidido en las representaciones, los imaginarios y conductas de los individuos.
Por otra parte, en la Cuba actual han reaparecido emprendimientos que se basan en el diseño, en la creación de objetos decorativos y prendas que, de haber no desaparecido la revista, estarían en sus páginas, y que al igual que estas, sufrieron una pausa de años en su evolución.
Es entonces perentorio, al reaparecer determinados oficios, que exista una documentación de sus propuestas, que privilegie aquellos de mejor acabado e influya a su vez positivamente en el nivel estético de los consumidores. Social entonces se convierte en la pauta estilística del pasado que define de cierta manera lo actual, en cuanto a calidad, principios y aspiraciones.
P: ¿Cuál será la principal diferencia entre la Social de los primeros años del siglo XX y la actual?
La principal diferencia entre la Social de entonces y la actual, no va a ser de contenido pues se hacen reediciones críticas, ni de calidad en cuanto al diseño pues utilizamos su gráfica, sino que radica en su forma, puesto que ahora la edición / maquetación de tabloides y revistas se encuentra en el listado de actividades no autorizadas en Cuba. Esa restricción en vez de ser un freno la asumimos como impulso creativo, pues obliga darle otro ángulo a la reedición de la revista, que debemos producir como serigrafía y en impresiones limitadas de ejemplares encuadernados a mano, como libros de artista, con magníficos detalles que los hacen únicos e irrepetibles.
El extenso archivo se edita por temas en una selección curada del contenido antiguo de Social, dando pie a nuevas colecciones, como por ejemplo unificando los 22 artículos que escribió Clara Porset para la revista entre 1930 y 1931 sobre interiorismo.
Nuestro trabajo se desarrolla en otras dos líneas: mostrando en las redes sociales, a través de reseñas y encuentros con creadores lo que ocurre actualmente en el diseño y la artesanía cubana; así como ofreciendo la casa sede como galería y plataforma para sinergias que permitan elevar la calidad de las propuestas, patrocinando así prácticas culturales y promoviendo su crecimiento sostenible para preservar oficios tradicionales.
Social fue creada en 1916 e inicialmente continuó estéticamente las pautas de “El Fígaro”, publicación para la que también ilustró Conrado W. Massaguer, nuestro fundador; pero Social supo hacerse de un público más amplio en la naciente República, que le permitió invertir y crear el Instituto de las Artes Gráficas de la Habana, en el que posteriormente se publicaron otras revistas.
Además, al incorporar en 1923 a Emilio Roig de Leuchsering como editor literario elevó los estándares de las publicaciones seriadas cubanas por la calidad de los escritores que invitaba, con una aguda intuición pues seis de ellos llegaron a ser Premios Nobel de Literatura; entre ellos están Miguel de Unamuno, Miguel Angel Asturias y Gabriela Mistral.
P: El arte ha sido una de las manifestaciones, muchas veces con más espacios ganados en las RSD, ¿cuál es la estrategia de Social para la promoción en las redes sociales digitales y del arte y artesanía, en estos espacios que muchas veces ponderan lo menos trascendental o estético?
Social marcó el imaginario cubano y aún hoy es estudiada en nuestras universidades, facultades de diseño, comunicación, artes y letras. Hacernos con su nombre y marca significa un compromiso con ese legado, e intentamos mantenernos a la altura, eso implica no hacer concesiones a ciertos estilos de promoción en las redes digitales.
Y, aunque por las limitaciones ya descritas no podemos relanzarla como revista, ni sumar a su pléyade de escritores aún a los mejores contemporáneos, para alguna vez acariciar ese sueño es esencial cierta rigidez en su estética y forma actual.
Puede parecer romántico o anticuado el restarle importancia a la cantidad de seguidores o visibilidad el proyecto, pero creemos firmemente la importancia de Social antes y ahora radica en la calidad de su contenido.
P: En su momento, el hecho de tratar temas de interés para las mujeres de las altas clases de época en Social fue también un modo de financiamiento, que posibilitó luego la publicación de cuentos y novelas de renombrados escritores como Carpentier; en la actual Social ¿qué define la propuesta?
R: La casa sede actual de Social ha jugado un papel esencial en la propuesta, pues al igual que la revista trae intrínseca una carga histórica inmensa, describe en un inmueble varias etapas de nuestra nación.
El terreno en que se erigió fue adquirido en el Vedado por un mambí, con la indemnización que recibió al licenciarse las tropas del Ejército Libertador, como hicieron también los Loynaz y el hijo de Martí. La familia original fue perdiendo los medios para mantenerla, así que 106 años después de su construcción salió al mercado, muy depreciada por su avanzado deterioro.
Restaurar la casa a la par del legado de Social, mostrado en ambos casos la belleza de la Cuba de principios de 1900, se ha vuelto pues el eje de nuestra propuesta, y eso ha permeado el proyecto como plataforma de apoyo al diseño y la artesanía, lo oficios casi también perdidos.
P: El diseño fue eslabón fundamental en Social, ¿la actual propuesta también abre espacios para este sector que está cobrando mayor relevancia cada día en los conceptos de desarrollo actual?
Sí, en efecto Social se erige como sitio de encuentro para los diseñadores cubanos, que pueden desde hacer sus desfiles más curados en la sede en colecciones cápsulas relacionadas con la gráfica antigua de la revista, hasta conectar con otros creadores para producir un producto nuevo desde la colaboración.
En esta línea de trabajo nos sumamos a la UNESCO, que tiene una visión global del papel sociocultural y económico de la Artesanía en el mundo: “Situar la cultura en el núcleo del desarrollo, constituye una inversión esencial en el porvenir del mundo y la condición del éxito de una globalización bien entendida que tome en consideración los principios de la diversidad cultural”
Esto desde nuestro proyecto, se traduce en fomentar un diseño superior en las manufacturas, el mejor acabado y un crecimiento sostenible que presente barrera a la entrada de producciones industriales del exterior, que en su mayoría carecen de calidad y no significan desarrollo local.
Para eso no se puede únicamente reeditar el contenido antiguo de la revista, por más de buen gusto que nos parezca, sino estudiar la evolución del diseño que la sucedió tras su desaparición, y las referencias/influencias que los creadores cubanos actuales tienen y que sus propios consumidores a veces desconocen. Por eso cuando presentamos a un creador, se pone en contexto su trabajo, a nivel local y global, en un intento por desaislarnos.
P: ¿Hacia qué públicos específicos, aunque obviamente puede ser leída por cualquier consumidor, está enfocada la nueva Social?
R: En su nueva presentación, dividida entre ejemplares tipo libros de artista y redes sociales, se muestra mayormente seguida por creadores y personas ávidas de contenido más elaborado, en un rango de edad que supera los 30 años como promedio.
Nuestro anhelo no obstante es ampliar la esfera de alcance de Social como proyecto, porque una revista en su forma clásica, no puede ser, pero que nuclee desde sus atípicas circunstancias, al mejor diseño cubano y que este a su vez sea consumido por todo tipo de público.