Un Aguacero empapa de arte a La Habana

Con el sugerente propósito de “empapar” de arte a la gente, Aguacero ha venido consolidándose durante los tres últimos años como una plataforma de difusión y gestión artística, una especie de brújula para desandar el panorama cultural habanero.

Experiencias similares florecieron en los años 80, cuando las carteleras circulaban de mano en mano para orientar a los públicos; pero La Habana de 2024 no es ni remotamente la de los 80, ni los soportes promocionales se limitan a una hoja impresa.

Bien lo sabe Dai Nápoles, directora de Aguacero, quien lanzó al ruedo este singular emprendimiento en octubre de 2020 por una necesidad suya y de su círculo de amigos de contar con un espacio que compendiara toda la información del ámbito cultural de la ciudad donde viven.

“Somos amantes del arte, nos gusta visitar espacios en los que se desarrollan actividades artísticas y nos resultaba complicado localizar esa información en internet o por las vías tradicionales —explica Dai—. Llegamos a la conclusión de que dejábamos de visitar lugares interesantes por desconocimiento. La información que encontrábamos a veces estaba desactualizada, los sitios oficiales de los centros culturales no tenían un seguimiento constante de sus carteleras, y nos dimos cuenta de que era necesario tener un espacio que reuniera, recopilara y gestionara todas esas propuestas y las concentrara en un único lugar”.

Fue así como nació Aguacero, que en sus inicios se valía de mecanismos bastante elementales —llamadas a instituciones, búsquedas en Internet y hasta en los carteles pegados en las paredes—; pero en la actualidad administra 10 canales de difusión en WhatsApp y uno de Telegram con más de 12 000 suscriptores.

Desde ese “puesto de mando” digital el equipo que da vida a Aguacero reúne, gestiona, actualiza y finalmente comparte toda la información que genera el variopinto panorama cultural capitalino.

El de la difusión es apenas uno de los servicios, probablemente el más conocido, que brinda esta agencia; pero en su cartera de negocios figuran también el diseño de material publicitario para eventos artísticos y la producción de programaciones culturales para espacios diversos.

Estrechar los vínculos de trabajo con artistas y creadores fue un punto de inflexión en el devenir de Aguacero, que tuvo un despegue definitivo cuando, a las deprimidas carteleras de las instituciones estatales, se fueron sumando progresivamente los espacios de socialización de los negocios privados. “Eso nos permitió brindar una variedad de opciones en comparación con las que había al principio”, asegura Dai Nápoles.

No obstante el crecimiento experimentado, no están satisfechos. De ahí que se hayan propuesto para el futuro inmediato ampliar aún más sus ofertas, de modo que se vean representados la mayor cantidad de gustos e intereses; saltarse los límites geográficos de La Habana para visibilizar lo que en materia de arte se gesta en el resto de las provincias y, en primerísimo lugar, promover la creación de nuevos espacios, ya sean estatales o privados, donde este torrencial Aguacero siga empapando de arte a la gente.

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