Zara o el éxito de la moda rápida

Cuando los empresarios Amancio Ortega y Rosalía Mera en 1975 abrieron la primera tienda de su nueva compañía en el centro de La Coruña, la llamaron Zorba por la película clásica “Zorba, el griego”; sin embargo, el apelativo duraría poco al enterarse de que un bar cercano tenía el mismo nombre. Entonces decidieron reorganizar las letras ya moldeadas para que el letrero dijera Zara.

Así surgió la empresa española de ropa más exitosa de Europa, marca principal del grupo Inditex y el negocio minorista de indumentaria más grande del mundo con más de 2 200 tiendas y presencia extendida a todos los continentes.

Antes de ser el emporio que es hoy, Zara empezó comercializando en su primera tienda productos similares a los de moda popular y de alta gama, pero a bajos precios; de ahí que consiguiera despegar rápidamente y conquistar sin demasiados obstáculos el mercado español. El concepto de moda rápida vendría a ser su filosofía creativa.

En los años 80, la empresa redujo drásticamente los plazos de entrega gracias a los cambios implementados en sus procesos de diseño, fabricación y distribución de las piezas, con lo cual conseguía reaccionar de forma más inmediata a las nuevas tendencias de la moda. Fue entonces que acuñó un nuevo concepto: la moda instantánea, que suponía renovar las colecciones cada semana en lugar de cada tres meses.

Todo ello formaba parte de una estrategia de Ortega para estimular a los consumidores a adquirir muchas más prendas en un lapso corto de tiempo, espoleados por la variedad casi infinita de las colecciones de Zara. Fue un golpe maestro.

A esta estrategia arrolladora sumaron el empleo de las tecnologías en los procesos de producción y marketing y la creación colectiva, o sea, grupos de diseñadores en lugar de firmas individuales.

Por Oporto, Portugal, comenzó la expansión internacional de la compañía, que en apenas 20 años salió de Galicia y se diseminó por Estados Unidos, Francia México, Grecia, Bélgica, Suecia, Japón, Singapur, Rusia, Malasia, China, Marruecos, Estonia, Hungría, Rumania, Filipinas, Costa Rica, Indonesia, Corea del Sur, India, Sudáfrica y Australia.

Para 2015, Zara ya ocupaba el puesto 30 en la lista de mejores marcas mundiales de Interbrand y Amancio Ortega, su creador, se había convertido en uno de los hombres más ricos del mundo con una fortuna personal que superaba los 70 000 millones de dólares.

Con una identidad corporativa simple, austera y elegante, la compañía basa su éxito en la resiliencia y en la agilidad con que se adapta a las constantes mutaciones de la moda mundial, pues solo precisa de una semana para desarrollar un nuevo producto y llevarlo a las tiendas, en comparación con el promedio de seis meses del resto de la industria.

Tampoco le han faltado detractores, pues Zara ha sido acusada de discriminar a clientes con cuerpos no tan esbeltos y ha sido blanco de críticas por un supuesto comportamiento racial antisemita. Todo ello debido a campañas que, tras verse envueltas en la polémica, han sido sacadas de los circuitos de comercialización.

No obstante las posibles controversias, la empresa de ropa gallega ha liderado el mercado mundial a golpe de innovación y talento. En un escenario eminentemente competitivo, a ratos despiadado, Zara ha conseguido mantenerse como el actor más importante en el negocio de vestir con calidad y buen gusto al ciudadano común.

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