Cuando se sienta a bordar, Jessica Hernández se olvida, al menos por unas horas, de que es una especie de mujer-orquesta: atiende a los clientes, lleva los pedidos, escoge el estilo que mejor se aviene a las artesanías, compra materiales, empaca, gestiona entregas y envíos, imparte talleres, perfila su estrategia de marketing en redes sociales… Se encarga de todo, o casi todo, lo que atañe a su emprendimiento: Sauma Bordados.
No obstante, para lograr que ese engranaje funcione, que cada parte del proceso salga y salga bien, Jessica tiene el apoyo de su esposo, a quien califica como imprescindible: “Lo mismo hace una compra, que se convierte en un personaje más para mi contenido, me ayuda técnicamente, se desempeña como comercial en las ferias y eventos y esto último lo logra, incluso, mejor que yo. Sin su apoyo en esas tareas yo no pudiera trabajar en las mías con la calidad con la que lo hago”.
¿Cómo surgió la idea de emprender en el ámbito del bordado a mano?
Hace un año estaba en busca de alguna actividad creativa que me permitiera obtener ingresos estables —explica Jessica—. Llevaba tiempo alejada de mi carrera como bailarina, pero aun así me mantuve activa laboralmente como autónoma.
Al bordado llegué un día, a través de una cuenta en Instagram de otra bordadora cubana: @marosoare. Su trabajo me hizo enamorarme perdidamente de la idea de pintar con hilos. Además, ver que la artesanía bordada no era una actividad muy explotada en Cuba me animó aún más a comenzar, pues siempre he tenido la creencia de que nada mejor que aprovechar el camino poco explorado si vas a emprender desde cero. Teniendo claro esto compré con unos ahorrillos mis primeras herramientas y el resto es historia.
¿Por qué Sauma?
Es una palabra islandesa de dos significados, según el contexto se utiliza para “coser” o para “puntada”. Yo estaba en busca de una palabra que captara la esencia del bordado y “puntada” lo lograba, solo que no me resultaba atractiva al oído. Con la ayuda de la tecnología busqué su traducción a la mayor cantidad de idiomas posibles y es ahí donde me topé con “sauma”. Me gustó mucho como se escuchaba al pronunciarla y como lucía. Su caligrafía transmite cierta fluidez gracias a la armonía de sus curvas, que también ayudan a simular el trabajo con hilos.
¿Qué distingue a Sauma Bordados en el escenario de los negocios dedicados a las artesanías en Cuba?
En Cuba hay muchísimo talento y cada vez más los emprendedores se toman en serio trabajar arduamente en la calidad y la experiencia que brindan a sus clientes. Hay un nivel y una competencia fuerte para sobresalir. Sauma tiene a su favor el carácter novedoso de sus propuestas. El arte bordado fuera de las prendas de vestir es un terreno poco explorado en la isla. Crear trabajos diferentes, únicos, con una textura y técnica fuera de lo antes visto siempre aporta un valor extra y nos posiciona mejor frente a los clientes.
¿Qué prima entre los negocios dedicados a las manualidades: la colaboración o la competencia?
Creo que hay más espíritu colaborador que de contienda, aunque eso varía. Se puede apreciar menos competencia en las relaciones de artesanos que no se dedican a trabajar el mismo material o técnica, por ejemplo: bordar y trabajar la madera. Incluso, cuando trabajamos un mismo producto, no nos vemos de manera competitiva cuando empleamos soportes, técnicas o materiales diferentes. En general, hay un buen ambiente, nos compartimos trucos, contactos, “nos damos la luz”. Pero tampoco pretendo romantizarlo.
En tiempos tan difíciles, cuando hay que decidir entre comprar alimentos o darse un lujo, ¿qué tipo de cliente accede a los productos y los regalos de Sauma Bordados? ¿Qué artículos son los más exitosos?
Para nadie es un secreto que nuestros artículos no son baratos, aunque en mi opinión está justificado su valor, pues detrás de todo hay una gran inversión y un trabajo minucioso de horas que aporta la calidad que exigen esos precios. Nuestros clientes son en su mayoría personas con un nivel adquisitivo relativamente alto: cubanos con cierta posición económica privilegiada o extranjeros. No obstante, intentamos que nuestro trabajo llegue a la mayor cantidad de personas, esto lo logramos con la variedad de ofertas dentro de un mismo artículo.
Los “productos estrella” varían según el escenario. En las ferias y eventos presenciales nuestra mayor venta se centra en los aretes, sin embargo, cuando hablamos de pedidos personalizados los más solicitados, sin dudas, son los retratos bordados y los trabajos con polaroids.
Siempre digo, sin ánimos de alardear, que soy una artista afortunada. Consciente de la situación que vivimos y de la necesidad de priorizar, agradezco cada día por el flujo de pedidos que recibimos. Lo que para muchos sería un estrés: tener tanta carga de trabajo, para mi es un verdadero regalo.
¿Cómo imaginan el proyecto a la vuelta de unos años?
Ahora mismo estamos trabajando en ampliar el equipo. Yo soy muy cerrada a delegar responsabilidades. Me gusta hacerlo todo, quizás por esa sensación de seguridad que provoca “tenerlo todo bajo control”. Con el tiempo hemos visto la necesidad de traer más manos a Sauma, porque yo sola no doy abasto con tantos pedidos. Justo ahora me encuentro trabajando con un muy buen amigo, enseñándole el oficio.
Dentro de unos años me imagino a Sauma como una escuela y un referente del bordado. Quisiera tener un local donde exponer mis trabajos, ya con un enfoque más artístico, y también una o varias aulas donde seguir rescatando la tradición.
Cuando comencé pensaba solo ser una artesana entretenida en sus creaciones. Hoy, luego de un año, con todo el progreso y como se ha expandido nuestro emprendimiento, veo que estamos ya empezando a cruzar la puerta hacia el futuro que tengo visualizado para Sauma.
