
Cuando las hermanas Yoena y Azul Labrada Leiva iniciaron el proyecto familiar no imaginaron que tuviera buenos resultados en tan corto período de tiempo. Para el nombre escogieron el apodo de su abuela materna, una emprendedora de los pies a la cabeza.
Aceites Lala entraba así al panorama de nuevos negocios, con productos naturales que por estos meses toman auge en Matanzas.
“La idea surge por una necesidad personal de utilizar algunos derivados naturales para estimular el crecimiento e hidratación del cabello. El pelo liso ya no se ajustaba a mí y parecía buen momento para regresar a mis rizos”, nos cuenta Yoena.
“Comencé a investigar y a consumir tutoriales en YouTube, preparé mis propias mezclas con los aceites y el resultado fue excelente. Teníamos que llevar esta experiencia a otro nivel y decidimos comercializarlos. Somos especialistas en diferentes líneas, entre ellas la de coco, pero también experimentamos con romero, con la semilla de aguacate y con jengibre”.
La comunidad de los amantes de Aceites Lala crece cada día. Una idea que surgió en el período más difícil de la cuarentena, regala a los matanceros una esencia que busca cambios en la cosmética y la salud.
“Incluirnos dentro del grupo de emprendedores en la ciudad nos ha cambiado la vida, y entendimos que cuando se pone empeño, una idea puede cambiar el rumbo de tu vida. Abrimos un diapasón de posibilidades al cliente para tratar el cuerpo de manera natural y malcriarlo como se merece. Considero que precisamente ahí se encuentra nuestro éxito”.